Acércate a descubrir, disfrutar y experimentar el universo de los mandalas.

jueves, 23 de noviembre de 2017

Mandala regulador de emociones


   Hoy me permito invitar a contemplar este mandala y con su imagen a la vista realizar una meditación o relajación.  
   Sea en grupo de personas afines, en un círculo de mujeres o de forma individual. 
   La energía que emite el mandala puede facilitar enormemente el equilibrio de las emociones. Alinear pensamiento, corazón y voluntad.
   Se puede bajar e imprimir, para uso personal o para obsequiar. 

MEDITACIÓN  -  RELAJACIÓN 
Sugerencias:
 - acompañar, si se quiere de un suave sonido de agua, natural, directa o grabada, de una fuente, o de un río
 - leer la meditación y usar una grabadora para poder escucharla sin la posible distracción de ir leyendo
 - hacer una copia del mandala para cada participante y tenerlo a mano antes de empezar
 - teniéndola grabada previamente, también se puede hacer la meditación manteniendo los ojos cerrados todo el tiempo, en cuyo caso se omitirá, al grabar, lo de abrir y cerrar los ojos para cada parte del mandala...

   Nos sentamos en círculo, en torno al mandala, cerramos los ojos y nos permitimos sentir cómo la Luz del alma nos envuelve. Prestamos atención a nuestro cuerpo y lo aquietamos a través de las respiraciones conscientes. Nada que hacer. Nada que cambiar. Sólo sentir... el aire ... cómo entra ... cómo sale...

   ... Y muy despacito abrimos los ojos e iniciamos nuestro recorrido enfocando la atención en los cuadraditos del fondo del mandala, de tonos verdes, azules y violetas. Situamos nuestra conciencia en uno de ellos y, como si fuésemos caminando por un bosque o parque natural, nos dejamos llevar, de uno a otro, siguiendo el tono y el matiz que nos llame.
   Cerramos los ojos. Respiramos con consciencia, dejándonos sostener por esos cuadrados, inspirando y expirando, respiramos aplomo y estabilidad.

   Volvemos a abrir los ojos para posarlos ahora en los copos de nieve y abrirnos a la escucha ... respirar y escuchar... Cada copo de nieve trae un mensaje. Podemos recoger el nuestro. Cerrando los ojos. Escuchando con atención. Mientras respiramos con consciencia. Respiramos en cada copo. En uno solo. O en varios. Cada quien según lo va sintiendo, a su manera y a su modo.

   De nuevo abrimos los ojos y los dirigimos a esa rueda de gotas de agua que parecen emerger del centro dorado, girando y salpicándonos... Nos centramos ahora en ellas como quien se acerca al borde de la fuente y  por unos instantes se vuelca en ella.
   Siempre con la guía de nuestra propia respiración consciente. Ojos cerrados mientras nos dejamos mecer. Caricias de agua envolvente. Nos limpia y nos lava, como agüita de la fuente, disolviendo los posos y rastros de viejas emociones hasta dejarnos totalmente renovados e instalados en el momento presente.
   Recién renacidos. 
   Emergemos de esa cuna de agua dulce o marina, respirando y sintiendo la fuerza sostenedora de la Confianza. Podemos expresar nuestra gratitud con una sonrisa interior. Según nos brote. Sin forzar. No hace falta empujar el agua del río. Basta con dejarla fluir a su ritmo.
   Continuamos nuestro viaje hacia el centro, abrimos los ojos otra vez y los enfocamos hacia el círculo dorado. Oro de Luz que contiene doce círculos de colores. Y en cada uno de ellos emerge, resaltada en relieve, una espiral dinamizadora.
    Llevamos la atención a los cuatro círculos inferiores, carmín, rojo, bermellón y naranja. Los respiramos. Cerramos los ojos y llevamos esos cuatro círculos, con sus espirales girando, a nuestros dos chacras inferiores: raíz y sacro.
   Mantenemos los ojos cerrados, acompañamos respirando y damos nuestro permiso para que se alineen, activados y equilibrados por esos cuatro círculos con sus espirales. 
   Abrimos los ojos y llevamos la atención a los dos círculos siguientes, amarillo dorado y amarillo limón. Los respiramos.
   Cerramos los ojos y llevamos esos círculos con su espirales a balancear nuestro plexo solar. 
   Despliegan una esfera de Luz Dorada y millares de partículas áureas recorren todo nuestro plexo solar y se expanden por nuestro sistema digestivo y todas las vísceras que lo acompañan. Restauran, purifican, equilibran, sanan. Y mientras hacen su trabajo, nosotros sólo respiramos y acompañamos. DAMOS PERMISO.

   Ahora es el turno del corazón.
   Abrimos los ojos, llevamos nuestra atención a los dos siguientes círculos, verde y esmeralda, los respiramos y cerrando los ojos los depositamos en nuestro chacra del corazón. Al activarse, con el impulsos brotan chorros de Luz Rosada que se entrelazan con los de quienes acompañan y ascienden en surtidor vertical,  forman una cúpula y se derraman en cascada envolvente de Amor incondicional. Se expande y se une con los millones de cascadas de la Red de Luz Planetaria sostenida a través de nuestra respiración consciente, por nosotros y por todos los Seres, en Amor y armonía. 

   Abrimos los ojos y nos centramos un instante en el círculo de color azul turquesa. Lo respiramos Cerramos los ojos y lo situamos, con la imaginación y la intención, en nuestra garganta.
   Durante unos minutos dejamos que actúe. Regenera nuestra autoestima. Restaura nuestro poder interno. Nos ofrece un compromiso sincero con la impecabilidad de las palabras. Esa misma que enseña el Dr. Miguel Ruiz en su libro "Los Cuatro Acuerdos". El primero de ellos: Ser impecables con las palabras.
   Podemos reafirmarlo desde nuestro Silencio Consciente y permanecer ahí todavía unos instantes o algunas respiraciones.

   Abrimos los ojos de nuevo para mirar esta vez los tres círculos restantes. Azul-índigo, Violeta y Púrpura. Respiramos con calma estos tres colores mientras cerramos los ojos y los llevamos a la zona del entrecejo formando un triángulo que gira y activa la conexión consciente con nuestra Estrella del Alma .. Esencia Divina ..  Yo Superior  .. Fuente .. Yo Soy .. Dios .. Inteligencia Cósmica .. Sagrado Universo ..
   Da igual .. No importa cómo lo concebimos o nos agrade llamarlo.

   Con los ojos cerrados, mientras se desarrolla esta activación, nos entregamos en total confianza para permitir y sentir cómo se despliega, en la parte superior de nuestra cabeza, el tubo de Luz Blanca, prístina síntesis de todos los colores Luz. Y reavivamos la llama de la consciencia de esa Divina Conexión.

   A un palmo por encima de nuestra cabeza, sobre el eje del tubo de Luz, florece nuestra Estrella del Alma. 

   En este Mandala está representada por la pequeña flor central de seis pétalos, oro y esmeralda. 

   Cada persona, cada Ser, despliega la suya, única y extraordinaria. No importa que veamos o no su aspecto y sus colores. Nuestra alma los conoce y es nuestra guía en nuestro caminar, pasito a paso, en el devenir cotidiano.
   Somos gotas divinas del Gran Océano Cósmico. Cada persona, cada Ser. 
   Permanecemos así, en meditación y silencio, por unos momentos sin tiempo.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Preparando la Navidad en nuestro corazón

   Desde niña he podido vivir y saborear un regustillo especial cuando se acercaba la Navidad. Como si fuese más fácil ser todos más buenos.
   Luego, con los años, he ido viviendo y observando, dándome cuenta de que hay montones de gentes que por múltiples y diversas razones, todas ellas muy respetables, aborrecen la navidad y todo lo que conlleva.
   Y no obstante, en mi corazón, cuando se acerca el solsticio de invierno, esa energía especial, que me agrada llamar "el espíritu de la Navidad", se despierta, se activa, se engrandece. Algo hay, algo ocurre de extraordinario al margen de tanta comercialización. Algo que merece ser nutrido y disfrutado. Para ello puede ser útil el dibujo de mandala que hoy ofrezco:

 

domingo, 1 de octubre de 2017

Mandala "En un rincón de África"

...Cuenta la leyenda que, en un rincón de África, existe una aldea maravillosa...
... Donde, cuando una mujer quiere ser madre, se marcha sola a un lugar apartado, fuera de la aldea, en plena Naturaleza. Allí vive un peculiar retiro, en soledad. Practica en silencio la escucha de sí misma, de su Ser y de cuanto la rodea, para descubrir la canción de su hijo.
   Cuando ya la ha escuchado vuelve tarareándola a la aldea. Se la canta en primer lugar a su esposo, quien también la aprende, y en estrecho vínculo amoroso, se unen, para concebir al bebé.
   Desde que sienten que el bebé está en camino, se reúnen con toda la aldea para enseñarles la canción de la criatura que van a recibir.
   En el momento del nacimiento la aldea en pleno entona la canción. De ese modo ayudan a la madre a dar a luz y reciben al bebé con la melodía que le identifica.
   A medida que va creciendo, cuando hace algo que duele, que causa daño, su madre, su padre, o ambos juntos, le cantan su canción, aprende con ella el respeto y vuelve al Amor.
   Y si en su vida adulta comete algún atropello que rompe la armonía y el equilibrio de la aldea... no existe allí ni cárcel ni castigo. Es convocado, junto con toda la aldea y la persona más anciana lo coloca en el centro. Seguidamente, toda la gente de la aldea: hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y adultos, tomados de las manos, cierran un círculo a su alrededor. Y todos a coro, desde su más hondo sentir y con inmenso Amor, entonan de nuevo su canción. Para recordarle Quién Es...
   Cuando olvidamos quienes somos, es fácil caer atrapados entre los muchos imanes de este mundo ilusorio. Y de ese modo, confundidos y enredados entre aparentes realidades, nosotros mismos llegamos a provocar y causarnos mucho daño.

   Somos consciencia y energía. Emanamos una vibración, una melodía. Es la canción de cada Ser que la Madre Tierra conoce. La que cada madre de aquella maravillosa aldea de África, ha aprendido a escuchar.

   Sus notas se corresponden con formas y colores que pueden reflejarse en un mandala, tu Mandala.
   Tu Mandala viene a ti para recordarte tu canción. La hallarás escondida entre sus formas y colores. ¿Cómo?

   Cada vez que te sientas debatir entre la confusión, el enojo, el dolor o la contrariedad, ¡para! ¡detente!
   Es el momento de regalarte tu canción.

   Empiezas por retirarte a tu espacio elegido, tu rincón preferido. Puede ser en la Naturaleza, en tu cuarto, en un espacio inspirador para ti, un lugar donde te sientes a salvo y puedes permanecer en silencio. Muy importante el silencio para facilitar la escucha...
   Si recuerdas la imagen de tu mandala, o lo tienes contigo, sirve de apoyo mirarlo unos momentos. Y enseguida cierras los ojos, llevas la atención a tu respiración. Escuchas cómo respiras, cómo el aire entra, cómo sale...  sencillamente, sin pretensiones.
   Así empieza tu viaje hacia el interior de ti mismo, de ti misma.
   El viaje que te permitirá entrar en tu esencia, visitar tu jardín, escuchar tu canción...
   Y recordar quién eres.